Hay un momento de Non solum en el que de verdad te crees que en el escenario hay cerca de 90 personas que tienen la misma cara, la misma camisa y los mismos pantalones. Cada uno de ellos tiene sus particularidades. Hay uno que dice que es lampista, otro que trabaja en el catastro, otro que posee un ego magnífico, otro que es un fan incondicional del alioli... Y así hasta cerca de 90. La cuestión es que, en el teatro, solo hay un actor: Sergi López.
Hace veinte años, López estrenó en Temporada Alta este espectáculo sobre un hombre que entra en una casa para trabajar a raíz de un ligue y, poco a poco, va abriendo la puerta a distintos hombres que van al mismo lugar que él sin saber por qué. Entonces, para muchos, era un actor de Vilanova i la Geltrú que había ganado un César de la academia francesa, que aparecía aquí y allá en películas de autor del norte de Europa, en alguna de aquí. Y poca cosa más. Los teatreros lo miraban un poco por encima del hombro. Unos años después pasó por el Nacional y puso en marcha una gira interminable de Non solum en tres lenguas (catalán, castellano y francés) que se frenó hace unos cinco años, quizás cansado de repetirse.
El Non solum de hoy es una función más redonda, más equilibrada, que no lo apuesta todo a un gag
Ahora, por suerte, ha vuelto con un espectáculo que es el mismo, pero que ha tenido la osadía de eliminar el fragmento más popular. Escrito con Jorge Picó, el Non solum de hoy es una función más redonda, más equilibrada, que no lo apuesta todo a un gag. López sigue siendo uno y muchos, en un ejercicio extraordinario sobre la alteridad que, más allá de la risa, te hace pensar de verdad en quiénes somos, en las mínimas diferencias que nos separan de las personas con las que compartimos vagón de metro o cola en el súper.
El actor demuestra, por si aún no lo sabíamos, que es capaz de asumir cualquier papel, que puede reírse de sí mismo sin ningún problema y que incluso puede cantar L’home estàtic de Pau Riba sin despeinarse. Tiene un talento desproporcionado. Los 70 minutos que dura la función pasan como agua fresca. Sí, hace veinte años que rueda Non solum. Y López ya no es aquel hombre que deslumbraba a media Europa y que los de aquí veían sin mirarlo, sino que se ha convertido en un clásico.
No te pierdas la lista de las obras recomendadas que hay en la cartelera ahora mismo.