Idles traen el rock y el sudor al Primavera Sound de las Supernenas

Ya lo han bautizado como el festival de Las Supernenas —no es broma, en la entrada del Primavera Sound hay una reproducción bastante grande de estos dibujos animados—, pero más allá de las tres divas de la generación Z que encabezan el cartel, también hay espacio para hombres de mediana edad que hacen música ruidosa con guitarras, que gritan, sudan y hacen sudar a la buena cantidad de fans que esperan con ansias el concierto de Charli xcx con Troye Sivan, fáciles de identificar por las camisetas de color pistacho, en honor a Brat, el disco con el que lo ha petado este último año.

Los señores que causan este alboroto son los británicos Idles y, curiosamente, encajan la mar de bien en este ecosistema caracterizado por la falta de prejuicios. A Joe Talbot, que se presenta ante el público con el pelo teñido de rosa, no le gusta nada que le digan que hace música punk porque él se considera “un artista, un rapero, un pintor”, lo que él quiera, como ha dicho en más de una ocasión. Aunque eso no significa que su música, ni su presencia escénica, sea precisamente blanda. 

Y si encajan tan bien es porque, a pesar de la forma abrasiva de su música, Idles encarnan como ningún otro grupo las nuevas masculinidades. Su grito no es tanto un grito de rabia como un grito que expresa vulnerabilidad. Mark Bowen, guitarrista y productor del grupo, viste ropa femenina —en este caso, un vestido de lentejuelas— y todo ello desprende una especie de deseo iconoclasta de desplazar esa carga fálica que tradicionalmente ha tenido el rock.

Euforia y crowd surfing

Impulsados por el motorik de bajo y batería que los caracteriza, la tarde del jueves Idles desgranaron un repertorio formado sobre todo por canciones de los discos Tangk (2024) —quinto y más reciente trabajo— y Joy as an act of resistance (2018), salpicado de proclamas pro Palestina, proinmigración y antifascistas, que el público aplaudió y respaldó. Talbot animó a la gente a hacer pogos, y tanto Bowen como Lee Kiernan (el segundo guitarrista) desataron la locura haciendo crowd surfing, es decir, nadando sobre las cabezas del público, y sin dejar de tocar.

Sin apenas rebajar la intensidad en ningún momento, los de Bristol se guardaron para el final algunos de sus temas más conocidos, que muchos se sabían de memoria: Never Fight a Man with a Perm, Dancer, Danny Nedelko y Rottweiler. Como una verbena orgiástica, o una noche de pub bañada en alcohol, Talbot y el público entonaban un solo canto. Dijeron que era la última, y cuando Idles dicen que es la última, todos saben que no es broma, porque el grupo nunca ofrece bises.

El sol ya se había puesto y ellos habían desaparecido, dejando una sensación de cansancio y euforia, tanto a los fans de los grupos de hombres que gritan y sudan como a los de las Supernenas que aún estaban por venir: el jueves, Charli xcx; el viernes, Sabrina Carpenter; y el sábado, Chappell Roan. Y por el camino aún escucharemos las guitarras de Fontaines D.C. y Turnstile, una combinación arriesgada y refrescante.

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